Ayer se fue uno de los nuestros. Ayer se fue alguien que luchó para que nuestra Cofradía llegara a ser lo que hoy es. Ayer se fue uno de los 25 históricos “niños de Rafalito Muñoz”, de los que él tanto presumía, pero no se ha ido del todo, ha querido quedarse en el lugar que tanto disfrutó, cerca de nosotros para seguir ayudándonos, cerca de su Cristo muerto, cerca de su Bendita Madre. Él seguirá estando cada Viernes Santo con nosotros, muy cerca de nosotros, porque como dice el maestro Antonio Burgos «una cofradía está formada no sólo por los vivos y los que aún visten la túnica, sino por este barroco retablo de ánimas de los que fueron y algo más que el recuerdo dejaron en cada varal, en cada talonario de lotería de Navidad, en cada sobremesa de las comidas de quinario…»
Hoy, Nuestra Madre Inmaculada a la que llevó sobre sus hombros aquella primera salida procesional se lo ha querido agradecer quedándose en su altar de cultos a esperarlo, a acompañarlo en este último trance de su vida.
Ayer se fue un amigo, un cofrade, un Hermano.
Descansa en paz Juan Antonio Ocaña.